Amigos en el Campo Mientras el Humano Está

Por: Marina Omacini

En pocas palabras

  • Estudiamos y manejamos las interacciones entre especies según cómo las miramos.
  • En cada interacción, el impacto de un integrante sobre otro depende del ambiente físico-químico-biológico.
  • Los efectos negativos de las actuales prácticas agropecuarias se podrían revertir con conocimiento de cómo y cuándo algunas especies se favorecen y otras se perjudican.
  • Los mutualismos con microorganismos están presentes en todos los organismos y ecosistemas del planeta, aunque están desapareciendo de los agroecosistemas.
  • Potenciar las simbiosis mutualistas entre plantas y microorganismos permitiría reducir el uso de agroquímicos.

La necesidad de producir alimentos nos llevó a modificar gran parte del paisaje. Creamos nuevos ecosistemas, llamados agroecosistemas, donde los vegetales o los animales que queremos consumir se relacionan con numerosos seres vivos. Éstos pueden convertirse en sus “mejores amigos” o en sus peores enemigos. Aquí presentamos distintos tipos de relaciones en las que todos —hongos, bacterias, animales y plantas— pueden estar involucrados, y ejemplos para analizar cómo se obtienen alimentos y otros beneficios de la naturaleza, incluso en cultivos o pasturas. ¿Cuáles beneficios? Por ejemplo, el control de malezas y enfermedades o el aumento de los nutrientes disponibles para las plantas con las especies allí presentes.

A las relaciones entre especies se las conoce como interacciones biológicas. Para comprenderlas debemos tener en cuenta, por un lado, a especies visibles e invisibles –los microorganismos– que viven en la parte aérea o en la subterránea del ecosistema (Figura 1). Por otro lado, considerar que las condiciones ambientales afectan la forma en que cada especie impacta en la densidad o en la reproducción de la otra (Figura 2). Pero, ¿cómo estudiar el resultado de una interacción y los efectos del ambiente físico o químico? ¿En qué período de tiempo? Los efectos de las simbiosis entre plantas y microorganismos sobre un herbívoro, ¿se deben estudiar en un área de centímetros o de kilómetros cuadrados? ¿En las primeras horas de la interacción o durante varias generaciones? ¿Hay que considerar los efectos de los restos vegetales que quedan en el suelo luego de que las plantas asociadas a ese microorganismo mueren? La elección dependerá de nuestras preguntas, del tipo de “huellas” que la simbiosis deja a su alrededor y de cuánto se pueden mover o dispersar los organismos involucrados. Es muy diferente si se quiere conocer el impacto de un microorganismo simbionte sobre la preferencia de un insecto o de un mamífero por la planta con el microorganismo o por una planta vecina sin el microorganismo o por la que puede colonizar ese sitio (ver ejemplos en la (Figura 3).

Un desafío para la agricultura es aumentar la producción de alimentos de calidad y reducir, al mismo tiempo, los impactos negativos de la aplicación de herbicidas, insecticidas y fertilizantes sobre el ambiente y la salud humana. Usar excesivamente estos agroquímicos tiene consecuencias dramáticas sobre los organismos para los cuales no fueron desarrollados, sobre el agua y los suelos. La “intensificación ecológica” es una estrategia que se ha propuesto para disminuir estos efectos. En ella, el uso de conocimientos ecológicos permite reemplazar algunas de las prácticas actuales e introducir otras. Estas prácticas incluyen manejar conscientemente la diversidad de especies nativas o espontáneas en el paisaje y en los alambrados de los campos, la rotación de los cultivos o la agricultura orgánica. Para recomendar estrategias de manejo, debemos analizar y resumir información compleja (a veces, contradictoria) y poner más énfasis tanto en investigaciones como en colaboraciones entre productores y científicos. Mientras tanto, podemos hacer el ejercicio de mirar y reconocer todo lo que pasa en el campo al producir alimentos Caja 1).